Maravillosa exposición, pero...

Javier ha vuelto ya de unos días de vacaciones en Bilbao. Me cuenta que ha tenido oportunidad de ver la exposición que dedica el museo Guggenheim a Frank Lloyd Wright en el 50 aniversario de su muerte. Le ha emocionado ver planos del maestro, ya desgastados por las esquinas y amarillentos, que contienen sus anotaciones y su firma. También le ha puesto la carne de gallina contemplar al natural dibujos y perspectivas que ha visto reproducidos en libros decenas de veces.


Cartel de la exposición en la entrada del Guggenheim Bilbao

Le ha encantado recordar que Wright era un hombre que apreciaba el Arte en su integridad, que en sus estudios de Taliesin y Taliesin West, además Arquitectura se practicaba Música, Pintura, Danza, Literatura... Que sus colaboradores y alumnos se veían obligados a construir con sus propias manos el estudio en sí y los habitáculos que los albergarían mientras vivieran en él, con el fin de conocer los materiales, los sueños de los pequeños ladrillos como yo.

Y sin embargo, a pesar de tanto disfrute estético y arquitectónico... Dice que no se sentía "lleno". Para mí, como ladrillo soñador, está clara la causa... La Arquitectura no es un arte para ser dibujado, es para ser construido y vivido. Por eso, aunque se aprenda del maestro que los planos deben ser bellos en sí mismos, no puede reducirse a eso. La Arquitectura no es el arte de las fachadas, es el arte del espacio.

De todas formas, la exposición dice que es más que recomendable para todo el mundo. Para los profesionales porque disfrutarán viendo la génesis del trabajo del maestro. Para los profanos en la materia porque conocerán a uno de los más grandes arquitectos del siglo XX y se aproximarán a su maravillosa obra. A Javier le queda el gusanillo de que uno de sus viaje pendientes es el que le lleve a "vivir" la obra del maestro.

No hay comentarios: