José Manuel Aizpurúa, y un luctuoso aniversario...

En todas las artes han aparecido a lo largo de la historia figuras descollantes cuyas breves existencias nos privaron de disfrutar de una obra más amplia, pero que refulgieron con tal fuerza mientras estuvieron en el mundo de los vivos, que han dejado una huella indeleble de su paso. Algunas de ellas vivieron y murieron rodeadas de controversia, ya fuese por su propio lenguaje artístico, su carácter, sus costumbres, sus creencias o sus ideologías. Pero hablando solo de arte, debemos admirar sus aportaciones, que engrandecieron el arte en sí y, a través del arte, a todo el género humano.

Uno de los arquitectos españoles más geniales que dio el siglo XX (a pesar de su breve existencia y su brevísima carrera profesional), vivió, murió y sigue en la memoria colectiva rodeado de controversia.

Es considerado el padre de la arquitectura racionalista española o, como recogía la editorial Nueva Forma en su monográfico de 1 de mayo de 1969, el "príncipe del racionalismo en la arquitectura española [...] y quizás, el más importante arquitecto vasco de toda nuestra historia". La controversia rodeó su exigua obra arquitectónica, sus escritos, su adscripción ideológica a las tesis fascistas y, en particular, a la Falange Española de las JONS. También rodeó su trágica muerte, fusilado ante una tapia de su ciudad natal, hoy hace setenta y cuatro años, un 6 de septiembre de 1936, en los primeros meses de la guerra fratricida que sacudió España entre 1936 y 1939. Hablamos de José Manuel Aizpurúa Azqueta.


José Manuel Aizpurúa Azqueta nació el 30 de diciembre de 1902 en San Sebastián, primogénito de una familia numerosa (ocho hermanos) pero acomodada, en la que buena parte de sus ascendientes, entre ellos su padre y abuelo, se dedicaban a la abogacía. Cursó en su ciudad estudios primarios y de bachillerato, hasta desplazarse a Madrid para cursar los estudios de arquitectura entre 1921 y 1927. Si bien durante esos años no vivió en la Residencia de Estudiantes, sí que trabó contacto y amistad profunda con Federico García Lorca, Luis Buñuel y Salvador Dalí, entre otros. Era también amigo, desde la infancia, del poeta Gabriel Celaya (que le negaría hasta el saludo tras su ingreso en Falange).

Sus compañeros de carrera le tenían por un genio o por un loco... Entre ellos D. Luis Moya Blanco, al que Javier tuvo la inmensa fortuna de tener como profesor en la Universidad de Navarra, cuando este insigne maestro contaba ya más de noventa años.

Nada más graduarse, comienza una más que vertiginosa carrera, presentándose a una multitud de concursos, redactando sus primeros proyectos y participando en todos los movimientos de vanguardia de España y de toda Europa. Además de arquitecto, era un fotógrafo excepcional y disfrutaba de todas las artes, animando a todos sus amigos de la Residencia de Estudiantes e implicándose en todas las iniciativas de estos.

En cuanto a la arquitectura, después del haber asistido al CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna) de Frankfurt de 1929 y al de Bruselas de 1930, fue uno de los fundadores del GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea), aunque no pudo asistir a la reunión fundacional en el Gran Hotel de Zaragoza en octubre de 1930. Fundó también el grupo GU ("gu" es euskera y significa "nosotros"), una sociedad gastronómica-cultural que promocionaba y organizaba todo tipo de tertulias artísticas, literarias, etc.

Para 1930 ya había finalizado junto a Joaquín Labayen, con el que compartía estudio, su obra cumbre y buque insignia del racionalismo español. El Club Náutico de San Sebastián. Un edificio que llegó a visitar expresamente Le Corbusier y que generó un debate mundial (por su aspecto de barco varado en la orilla) sobre la imagen náutica en la arquitectura racionalista.

El club náutico en obras en 1929


Realizó muchos proyectos interesantes que no llegaron a construirse, entre los que destacarían el Museo de Arte Moderno en Madrid o la Escuela de Ingenieros de Montes, también en Madrid. Sí que edificó el Ateneo Mercantil de Valencia, varios edificios de viviendas en Hondarribia (Fuenterrabía), los cafés Madrid, Yacaré y Sacha, etc.

En 1930 redactó un manifiesto que abrió heridas y levantó ampollas en una arquitectura española dominada entonces por unos caducos regionalismos. En él, cuyo título era "Cuándo habrá Arquitectura", acusaba a los arquitectos españoles del momento de "pasteleros".

A la vista de lo anterior, quienes escribimos este blog, no hemos conseguido entender nunca cómo fue posible que un hombre con su inteligencia, su sensibilidad artística, su visión de futuro y su espíritu de vanguardia, quedara tan seducido por el fascismo más rancio, como para llegar a ser un altísimo cargo de la Falange Española. Amigo personal de José Antonio Primo de Rivera, fundó la Falange Española en San Sebastián, al tiempo que era delegado de Prensa y Propaganda de la Junta Nacional de Falange. Se considera que el diseño de la cabecera del diario "Arriba" (órgano de propaganda de la Falange), es obra suya por encargo personal de José Antonio.

Fracasado el alzamiento en el cuartel de Loyola de San Sebastián, el día del golpe militar que provocó el inicio de la Guerra Civil, los falangistas fueron detenidos, con él a la cabeza.

La reclusión no se prolongaría ni siquiera dos meses, porque alguien decidió ejecutarlo, añadiendo un muerto más a esa penosa guerra, y privando al mundo de un futuro gran genio de la arquitectura.

Es posible que lo que sedujese de verdad a José Manuel Aizpurúa no fuese el fascismo, sino la personalidad de José Antonio Primo de Rivera. Eso mismo le sucedió a Federico García Lorca que; tal como Gabriel Celaya relató muchos años después; llegó a confesar al propio Celaya que estimaba mucho a José Antonio Primo de Rivera porque para él no era sino "un buen chico con el que cenaba a gusto todos los viernes", teniendo cuidado de que no los vieran juntos.

Paradojas de una España convulsa que ojalá no volvamos a vivir.

Quizás, para no volver a vivir esa España, deberíamos reflexionar sobre cómo es posible que en un democracia moderna y abierta, como la que nos jactamos de tener, la cortedad mental haya imperado tanto que setenta y cuatro años después de su muerte no se ha dedicado a José Manuel Aizpurúa Azqueta, a ese "príncipe" de la arquitectura racionalista española, ni una mísera exposición sobre su obra. Tan solo el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía organizó en 2002 una retrospectiva sobre su faceta de fotógrafo...